Walter Benjamin supuestamente pronunció su famosa conferencia «El autor como productor» en el Instituto para el Estudio del Fascismo de París el 27 de abril de 1934. Desde entonces, la propia Institución ha seguido siendo motivo de controversia con respecto a su existencia y propósito. Algunos afirman que el Instituto nunca existió realmente, que no fue más que una ficción creada por Benjamin, mientras que otros afirman que en realidad era una organización de espionaje controlada por la Unión Soviética. En cualquier caso, lo que sabemos es que hoy en día existe de hecho, al menos como una ficción real, y ha estado funcionando en AKI AORA durante las últimas dos semanas. El propósito del Instituto es llevar a cabo investigaciones artísticas sobre la formación de las fuerzas contemporáneas del fascismo que se están apoderando del poder en la actualidad, y desarrollar medios poéticos para combatir estas organizaciones. El 21 de enero, un día después de la toma de posesión de Donald Trump, Blake Shaw y Bikini Wax (Paloma Contreras y José Rodrigo García) ofrecieron una actuación audiovisual que combinó elementos del formato de conferencia y del videoarte para explicar los productos de su investigación y ofrecer al público las herramientas que han desarrollado.
Blake Shaw es un hacker que trabaja en la intersección del software, la pedagogía crítica y las tecnologías de telecomunicaciones. Su trabajo trata el software como un medio para formalizar las relaciones sociales entre las personas, el hackeo como la disciplina para intervenir en esas relaciones cosificadas y la pedagogía dialéctica. Su trabajo suele incluir talleres con activistas de base para producir soluciones informáticas a sus problemas.
Miembro activo del colectivo Biquini Wax EPS de la Ciudad de México, José se graduó de la escuela de escritores SOGEM y es coeditor de las editoriales Libros Caballo y Libros Fantasma.
Escritora y artista, Paloma Contreras Lomas ha desarrollado una práctica en la que la literatura y la ficción desempeñan un papel importante, lo que le permite abordar una serie de temas relacionados con la raza y la clase que rara vez son abordados en una sociedad mexicana tradicional. Al posicionarse como si operara desde una condición femenina más que desde una posición feminista, la artista reivindica su derecho a enfrentarse a los problemas políticos particulares que históricamente se han asociado con la libido masculina, como la relación entre el nacionalismo y la ocupación e instrumentalización del territorio, y la posterior inscripción de una economía global extractiva. Desde esa perspectiva, la obra de Contreras parece inscribirse como el siguiente paso lógico tras la visión activista de artistas como Minerva Cuevas en la década de 1990, dando un contexto mucho más amplio a esos mismos temas a medida que los replantea en un momento de la historia (mexicana) en el que la violencia de género y las voces en su contra han alcanzado su punto máximo. La fusión de la narrativa, el cine, la performance, el dibujo y la escultura del artista ofrece enfoques alternativos para abordar las urgencias sociales desde una perspectiva muy personal y, a veces, autobiográfica.
Contreras también forma parte del colectivo de artistas mexicanos Bikini Wax, formado en 2011. Bikini Wax fundó un espacio dirigido por artistas cuyos emprendimientos se han caracterizado por un enfoque multidisciplinario y pedagógico del arte.
